viernes, 3 de octubre de 2014

Fragmento del Capítulo 11 (Ser William) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth



(...) El orco armado con un hacha se lanzó contra él, rugiendo, con la guardia baja. La espada de Valiant le acertó de lleno en el pecho, se oyó un crujido repugnante, y la sangre manó a borbotones de la herida. Los otros dos mostraron intenciones de atacar al mismo tiempo. Uno llevaba agarrada con firmeza en la mano una maza llena de pinchos, el otro tenía el palo roto de una lanza y una daga de hoja corta. Valiant tomó posición para enfrentarlos, cuando, entre la multitud de soldados, aparecieron de repente dos lobos: uno de pelaje pardo y otro de un color más grisáceo.

   Cada uno se abalanzó sobre un orco. El lobo pardo eligió al de la maza con pinchos, quien cayó al suelo bajo el peso de aquella bestia de ojos brillantes, haciendo gestos desesperados para golpear con su maza. El lobo esquivó los golpes, después retrocedió enseñando los dientes, y finalmente se abalanzó encima de su víctima, cerrando las mandíbulas en torno al brazo de la mano con la que sujetaba la maza. El orco rugió de dolor y buscó la empuñadura de una daga que guardaba en el cinto. En cuanto la encontró, desenvainó el cuchillo e intentó golpear con todas sus fuerzas; sin embargo, el lobo pardo pareció presentir el ataque, soltó el brazo de la presa por un instante, y retrocedió con las fauces llenas de sangre y carne. El orco dio señales de desvanecimiento, así que el lobo pardo aprovechó para atacar de nuevo, esta vez desgarrándole la garganta a dentelladas.

   A pocos metros de allí, el otro lobo de color grisáceo estaba enzarzado en una pelea con el orco de la lanza rota y la daga de hoja corta. Se había lanzado como una flecha contra él, derribándole y haciéndole rodar varios metros por el suelo. Cuando el orco se levantó tenía al lobo delante, con el hocico húmedo y rojo, y los ojos brillantes como si estuvieran ardiendo en llamas. Valiant comprendió que aquel guerrero estaba muerto de miedo, aunque intentaba mantener a la bestia, que rugía y enseñaba los dientes, a la mayor distancia posible mediante el palo de asta roto por la mitad. No le sirvió de nada. El lobo gris se lanzó encima de él, le hizo perder el equilibrio y, cuando estuvo tumbado en el suelo, le desgarró el vientre a dentelladas, mientras el orco lanzaba cuchilladas a ciegas y golpes desesperados con el palo. (...)

Fragmento del Capítulo 11 (Ser William) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth. Puedes descargar los cuatro primeros capítulos gratis aquí: http://cosminstarcescu.wix.com/leyendasdeerodhar#!empezar-a-leer/cogz

Fragmento del Capítulo 7 (El reencuentro) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth



   Atravesaron el rastrillo del portón con el sol en lo alto y las miradas curiosas de la multitud puestas en ellos. Tanto los aldeanos de Bellefort que se encontraban en aquel momento por los alrededores del portón principal, como los soldados que patrullaban las murallas y vigilaban la entrada, dejaron de lado sus quehaceres y durante un buen rato los observaron penetrar en la fortaleza. El que atraía las miradas de todo el mundo era Reynaldo y su malogrado rostro, que bajo los rayos del sol tenía un aspecto de lo más estremecedor. Seguramente la mayoría de la gente se preguntaba qué había pasado para que un hombre acabase teniendo el rostro tan lleno de moratones y heridas.

   «Menos mal que no le vieron anoche», pensó Valiant, fijándose en los rostros estupefactos de algunos soldados que pasaron a su lado. «Le habrían confundido con un cadáver andante».

   Los guardias del castillo formaron una columna a cada lado de la carreta y emprendieron la marcha hacia la ciudadela, situada en la parte más alta de la colina. Ser Beldy, el capitán de la guardia, un hombre de mediana edad, alto, fornido, calvo, vestido con cota de malla, guantes de piel de topo, calzones dorados y una capa de color morado con el yelmo de los Doncaster bordado en la espalda, se había mostrado de lo más amable cuando Reynaldo le dijo quién era, y se ofreció a escoltarlos hasta las oficinas del comandante.

   El castillo se extendía sobre una extensa porción de tierra, rodeado por una muralla exterior de unas treinta varas de alta y ocho de ancha, y otra muralla interior un poco más grande aunque más estrecha. Allí dentro las casas eran en su mayoría de piedra, las más humildes de madera, y algunas de ellas tenían hasta varios pisos de altura. Nada comparado con las chozas exteriores al castillo, construidas con arcilla y paja, habitadas por los súbditos más humildes de Lord Gendry Doncaster, el señor de Bellefort. (...)

Fragmento del 7º capítulo (El reencuentro) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth. Puedes descargar los cuatro primeros capítulos gratis aquí:  http://cosminstarcescu.wix.com/leyendasdeerodhar#!empezar-a-leer/cogz

Fragmento del Capítulo 3 (Ganar o Morir) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth



(...) Tras echar un vistazo hacia la escalera y la trampilla para asegurarse de que no había nadie detrás de él, se deslizó, no sin esfuerzo, por la grieta. La estancia que había al otro lado no era mucho mayor que el sótano, pero lo que vio en el centro de la sala le cortó la respiración, pues nunca antes había visto algo tan macabro. Un par de cadenas de hierro, que colgaban del techo, estaban atadas a las muñecas de una mujer. Estaba desnuda y por cada centímetro de su cuerpo había moratones, hinchazones y cortes de mayor o menor profundidad. El rostro de aquella chica estaba lleno de sangre seca; su pelo estaba sucio, enmarañado y descolorido. A pesar de todo, aquello no era lo peor.
Al fijarse mejor en el suelo, vio que le habían cortado las dos piernas a la altura de las rodillas, y que las partes amputadas descansaban en un charco de sangre. A su alrededor había colocadas de manera simétrica unas cuantas velas, y se había dibujado una estrella de nueve puntas en el suelo, aunque la sangre estaba tapando una buena parte del dibujo, pues se había escurrido hasta el otro lado de la puerta.

   «Por eso estaba el suelo húmedo y resbaladizo», pensó Valiant al ver las suelas de sus botas manchadas de sangre. Parecía bastante fresca, señal de que la mujer no llevaba muchas horas muerta. Lo único que le sorprendía era cómo fue posible que nadie escuchase los gritos de la pobre fémina, mientras la torturaban y mataban. Ahí se incluía él mismo; aunque, con lo cansado que estaba la noche anterior, no le hubiera extrañado que mataran a la chica en su habitación, mientras dormía, y que él no se hubiera enterado de nada.

   Los latidos de su corazón fueron acelerándose mientras buscaba algún indicio que le revelara quién podría haber matado de un modo tan terrible a aquella pobre mujer. Una parte de él le decía que debería dar media vuelta e ir en busca de los guardias de la ciudad, pero otra se moría de curiosidad por saber algo más acerca de lo que pasó allí. La escena del crimen estaba llena de indicios: las velas, el dibujo de la estrella, los cortes, las marcas del cuerpo de la chica... Todo indicaba que aquel había sido un ritual de sacrificio; sobre todo un extraño medallón que colgaba atado a su cuello, y al que Valiant se acercó para ver más de cerca.

   «Qué extraño», se dijo tras tocarlo. El medallón era de plata, pesaba lo bastante para que nadie deseara llevarlo atado a su cuello, y tenía grabado en la superficie el símbolo de una mano esquelética rodeada por una serpiente. Aunque era la primera vez que veía algo así, su padre le había contado algunas historias referentes a las antiguas sectas religiosas que existieron por todo Thaldorim; hombres, magos y a veces elfos que se reunían en secreto para venerar al dios de la oscuridad, ofrecerle ofrendas y sacrificios humanos, o realizar rituales de magia oscura.

   Al fondo de la cámara había estanterías de madera con objetos punzantes, lijas, navajas, cadenas de hierro y muchas otras piezas con las que se podía torturar y matar a cualquier ser vivo. También había algunos libros al lado de una lámpara de aceite que iluminaba la estancia. Valiant echó un rápido vistazo a las portadas, y en todas aparecían símbolos heráldicos de mucha antigüedad, o runas; el lenguaje que empleaban los magos para designar sus conjuros y hechizos. (...)


Fragmento del 3er capítulo (Ganar o Morir) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth. Puedes descargar los cuatro primeros capítulos gratis aquí: http://cosminstarcescu.wix.com/leyendasdeerodhar#!empezar-a-leer/cogz

Fragmento del Capítulo 2 (El Torneo de Justa) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth



(...) El segundo combate lo protagonizaron dos caballeros de los señores del río Dondarrión. Nuevamente Valiant desconocía sus nombres y tampoco le sonaban sus caras de haberlas visto antes en algún torneo. La victoria se la llevó el caballero de la casa Carth, cuyo emblema era una galera con un sol en la vela.

   Los siguientes combates fueron entre competidores de poca importancia, a algunos de los cuales Valiant había enfrentado y vencido en alguna ocasión, sobre todo en torneos de poca envergadura. Ser Reginald, de la casa Thorstein, venció a otro competidor de los Escorpiones Dorados, quedando así eliminados todos los participantes de esa escuela. Ser Willem, de la casa Conwell, rompió dos lanzas en el escudo de Ser Barathor Roadhouse, aunque en el enfrentamiento decisivo perdió el equilibrio cuando la lanza de Barathor le golpeó, y cayó del caballo, quedando eliminado de manera totalmente inesperada. Los hermanos Jaime y Ronald, de la escuela de justadores Serpientes Aladas, vencieron a dos caballeros de las casas Mileroad y Valdreth; y el viejo caballero andante Halkell, del que todo el mundo decía que ya no era capaz ni de luchar contra un niño montado sobre un poni, logró vencer a Ser Audun de los Richfield, el hermano mayor de Ser Lancelor, finalista en el torneo de tiro con arco.

   —Mi combate será el siguiente, tras el de Ser Iván Lorenthal contra el idiota de Berg —dijo Erik, señalando hacía la liza de justas donde los dos jinetes ya estaban en posición de combate.
Berg era uno de los hombres de Edwin, y también una de las personas que más odiaban Erik y Valiant.

   —¿Tu rival es Ottor, de la escuela de justadores de las Calaveras de Piedra? —preguntó Valiant a su amigo. Erik asintió—. Luché contra él el año pasado, en el torneo de Prosten.

   —¿Algún consejo?

   —Golpea sin miedo y con todas tus fuerzas.

   En la liza, Ser Iván consiguió descabalgar a Berg en la primera ronda. Aunque era por lo menos dos veces más viejo que el caballero, no tenía ni la mitad de la experiencia de este, ni era tan corpulento. Entre maldiciones, Edwin mandó llamar a Erik para que se preparase a saltar a la arena. (...)



Fragmento del 2º capítulo (El torneo de justa) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth. Puedes descargar los cuatro primeros capítulos gratis, aquí: http://cosminstarcescu.wix.com/leyendasdeerodhar#!empezar-a-leer/cogz

Fragmento del Capítulo 1 (El Festival de la Cerveza) de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth



"La Provincia de Silverton era famosa por sus prados verdes, montañas altas, extensos bosques y ríos y lagos de aguas cristalinas; sin embargo, no era eso lo que atraía cada año a su ciudad a miles de personas procedentes de todos los rincones del Reino Unido de Aldaeron.

   El Festival de la Cerveza, celebrado cada año a principios del otoño, era una de las mayores festividades del reino, y se extendía a lo largo de una semana llena de todo tipo de espectáculos, entre los cuales los más destacables eran indudablemente los duelos de espada, los torneos de tiros con arco, y las justas: duelos entre dos hombres montados a caballo y armados con una larga lanza de madera, que consistían en golpear al adversario para derribarlo del caballo, mientras los dos jinetes iban galopando desde extremos opuestos hasta encontrarse en medio de la liza."





Así empieza el primer capítulo de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth. Puedes leer el prólogo y los tres primeros capítulos íntegros aquí: http://cosminstarcescu.wix.com/leyendasdeerodhar#!empezar-a-leer/cogz

miércoles, 1 de octubre de 2014

Gastro-Art Almería 2014


Muy buenos días a todos/as.

Este domingo, 05 de Octubre, se celebrará en el Mercado Central de Almería el Gastro-Art, de 10:00 a 15:00 horas, un mercado dedicado a la gastronomía, el arte y la artesanía.

A los amantes de la literatura, tengo el placer de anunciaros que nos hemos juntado un grupo de 10 escritores almerienses para montar un stand, al que hemos denominado "El Rincón del Lector", donde podrán encontrar las distintas novelas editadas de cada uno de nosotros.

Así que ya sabéis, si sois de Almería y queréis pasaros por El Rincón del Lector de Gastro-Art, tendrán la oportunidad de conocer una multitud de obras, de diversos géneros, que podréis adquirir a unos precios muy económicos; y que además os llevaréis junto con la firma del autor. ¿Qué más se puede pedir?

En mi caso, junto a cada ejemplar de Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth, recibirán un póster gratuito, tamaño A2 (50x70 cm), con el mapa del Mundo de Erodhar, donde se desarrolla la historia de esta saga de fantasía épica medieval.



¡Nos vemos el domingo!

viernes, 26 de septiembre de 2014

Presentación Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth



Hola a todos y todas!!

Tengo el placer de anunciaros que el próximo Jueves, 02 de Octubre, voy a presentar mi novela Leyendas de Erodhar 01 - La Vara de Argoroth en la Biblioteca Pública Francisco Villaespesa de Almería.


El acto comenzará a las 20:00 horas, y será presentado por mi buen amigo y primerísimo lector de Leyendas de Erodhar, Mario Prochin.

Todos aquellos que deseen asistir al acto están invitados. Para ello tendrán que acudir a la Sala de Exposiciones de la biblioteca cinco minutos antes del comienzo.

Muchas gracias.

Os espero!


sábado, 13 de septiembre de 2014

06 La Casa Valdreth


LOS VALDRETH

Blasón:

Un águila rampante con un anillo en el pico, sobre un fondo escarlata con bordes dorados.

Historia:

La soberanía de la casa Valdreth sobre las tierras de Landum, situadas al este del arco montañoso conocido como las montañas del Valle de los Cien Lagos, se remonta a los primeros días de la Segunda Edad. En aquel entonces eran solo un pequeño clan que formaba parte de la estirpe de los Valn, una cultura de hombres que habitó las orillas del inmenso lago Valn durante buena parte de los días de apogeo del Imperio de Aqueronte, hasta que decidieron expandir su territorio y formar un reino propio.

La guerra contra los Puño de Hierro Negro

Como era de esperar, la caída del Imperio de Aqueronte trajo consigo numerosos cambios a nivel territorial en toda la franja norte del continente de Thaldorim, y aunque Landum nunca llegó a caer del todo bajo el yugo de Aqueronte, tras la muerte del último emperador la región se convirtió en el objeto de disputa de tres poderosas facciones: los Valn, cuyos dominios ocupaban casi todo el territorio de la actual provincia de Landum, los Tangel, uno de los clanes aqueroníes más poderosos que lograron sobrevivir tras la caída del imperio y que dominaban las actuales regiones de Falk Rock, Eskyra y Morthor, y, por último, los Puño de Hierro Negro, uno de los muchos clanes enanos de las Tierras Altas de Modgard, cuyos deseos de expandir sus dominios más allá de sus tierras se vieron incrementados con la caída del mayor imperio de todos los tiempos.

Si bien los Valn eran unos hombres orgullosos, de costumbres peculiares y creencias religiosas distintas a los nórdicos de Tangel, había algo por lo que ambas facciones se caracterizaban: el odio que sentían hacia los enanos. Un odio que los llevaría a formar una alianza contra los más de 40.000 enanos ávidos de sangre que en la primavera del año 152 de la Segunda Edad, cruzaron las aguas del río Rhewl para lanzar un ataque directo contra los castillo de Manryar y la ciudad de Valnyar; dos de los asentamientos más importantes que poseían los Valn en la parte este de su territorio.

Aunque la prioridad de Tangel, -tras haber consolidado su posición en Thaldorim las décadas posteriores a la caída de Aqueronte-, era la de fomentar una economía próspera y estable, para después empezar a expandir sus dominios hacia el sur, su rey, Helfraugh, sabía que si los enanos lograban ocupar el territorio de Landum, estos obtendrían el poder suficiente para invadir en un futuro los territorios que él poseía. Por esa razón, y porque aún recordaba las innumerables guerras que habían disputado contra los enanos por el norte de Thaldorim durante los días de apogeo del Imperio de Aqueronte, decidió aliarse con Fernir, el rey de los Valn, para rechazar a aquel molesto invasor y enviarlo de vuelta a su territorio montañoso.

Fenrir no recibió con los brazos abiertos la propuesta de Helfraguh, sobre todo porque los Valn odiaban a los nórdicos tanto como los nórdicos los odiaban a ellos, sin embargo, el odio hacia los enanos era aún más fuerte, y el que peligraba en esos momentos era su reino, así que acabó por aceptar.

Ambos reyes reunieron sus ejércitos y los lideraron en persona. Tras deliberar largo y tendido, habían tomado la decisión de enfrentar a los enanos en un lugar que les fuera lo más desfavorable posible. Acostumbrados a las zonas de alta montaña, pensaron que los extensos campos silvestres y los bosques verdes del este del lago Valn, serían zonas en las que los enanos se verían superados en combate con facilidad; así que fue allí donde emplazaron sus tropas, al sureste de Manryar, en una campiña donde había colinas y bosques por igual, para esperar la llegada del enemigo.

Cuando los enanos llegaron, los Valn ya habían desplegado sus tropas en lo alto de una colina, en las cercanías de un bosque. La pendiente, no demasiado empinada, les ofrecía cierta ventaja, pero no era una garantía. Por esa razón decidieron emplear otro factor más: el de la sorpresa. Si bien los enanos destacaban por su astucia, en ningún momento sospecharon que el rey de Tangel y el rey de Landum, ambos enemigos mortales declarados durante mucho tiempo, formarían una alianza contra ellos. Por tanto, no tenían ni idea que lo que les esperaba en lo alto de esa colina y dentro del bosque, eran dos ejércitos en vez de uno solo. Fenrir y Helfraugh decidieron utilizar aquello en su favor, manteniendo todo el tiempo posible en secreto la presencia del ejército nórdico.

Así pues, al atardecer de un día ventoso, con las barbas al viento y rugiendo como pequeños lobos, los enanos, ataviados con armaduras de hierro y armados con grandes hachas, mazas, lanzas y escudos, corrieron al encuentro de los valnerinos, con una rapidez sorprendente para sus piernas cortas. A pesar de la inclinación del terreno, los arqueros de Fenrir tan solo pudieron soltar tres ráfagas de flechas antes de que los enanos chocaran contra el centro de su infantería. Nada más hacerlo, los bravucones barbudos demostraron ser mejores guerreros que los Valn, quienes cayeron en gran número y a mucha rapidez.  Demasiada rapidez...

El plan que habían trazado Fernir y Helfraugh, consistía en que la infantería, junto con el apoyo de los arqueros de Valn, tendría que aguantar la envestida de los enanos el tiempo suficiente para que la caballería de Tangel pudiera rodear el campo de batalla por el bosque y posicionarse en la retaguardia de los enanos, para así sorprenderlos y atraparlos entre dos frentes. Al ver todos los hombres que había perdido nada más empezar el combate, el rey Fernir entró en pánico e hizo sonar los cuernos de guerra mucho antes de lo acordado, pidiendo la intervención inmediata del ejército de Helfraugh en la batalla, a pesar de que no habían tenido tiempo suficiente para posicionarse debidamente.

Los nórdicos acudieron a la batalla tal y como habían prometido. Al galope, con el retumbar de las patas de los caballos y los gritos de guerra de fondo, atacaron el flanco derecho de los enanos e irrumpieron entre sus ordenadas filas a golpe de lanza y espada. Aunque sorprendidos, los enanos no se desanimaron en absoluto ante aquella adversidad. Más bien todo lo contrario. Al ver a otro ejército entero acudir para ayudar al que estaban atacando, algo despertó en su interior e hizo que pelearan con más fuerza todavía. Aquella noche en el campo de batalla había un mar de sangre, del que la tierra bebió con afán para saciar su sed. Lo que no había era un claro vencedor de la batalla, pues ambos bandos perdieron soldados en igual número.

Cuando la luna subió en el cielo, los tres ejércitos se retiraron a sus campamentos. Helfraugh y Fenrir se reunieron de inmediato para discutir los planes de ataque para el día siguiente. Aunque este último estaba contento por haber logrado, en su opinión, derrotar a los enanos, el rey de Tangel veía las cosas de otro modo. Para él, aquella contienda había sido una derrota, ni siquiera un empate, como indicaban los números, pues consideraba que, a pesar de que el enemigo había perdido tantos soldados como ellos, los enanos eran un solo ejército, mientras que ellos eran dos, y no habían conseguido infringirles el daño planeado, a pesar de haber contado con el factor sorpresa. Por esa razón, Helfraugh sabía que los enanos tenían todas las de ganar, así que exigió a Fenrir aceptar una serie de términos, términos que al día siguiente ofrecería a los enanos para firmar la paz.

Si bien el rey de Landum se negó en un principio, pues aquellos términos significaban perder buena parte de sus territorios orientales en favor de los enanos, al final no le quedó más remedio que aceptar cuando el rey de Tangel amenazó con llevarse sus tropas y dejar a los valnerinos solos para enfrentar al enemigo.

Al día siguiente, el rey Helfraugh izó la bandera blanca en medio del campo de batalla y pidió audiencia a los enanos. El líder del clan enano, un tal Dunron Sin Corona, acudió a parlamentar. Fenrir no abrió la boca en ningún momento. Los términos que Helfraugh ofreció a los enanos eran mucho más que un simple insulto para él. Eran una ofensa imperdonable, y lo único en lo que podía pensar era en la posibilidad de obtener venganza algún día.
Como era de esperar, los enanos aceptaron los términos ofrecidos por el rey nórdico, y los tres líderes firmaron un tratado de paz que incluía la promesa de no invadirse el uno al otro durante los próximos treinta años.

El Nacimiento de un nuevo Imperio

Decidido a vengarse algún día, Fenrir regresó al hogar y lamió sus heridas. Durante los próximos dos años no hizo nada más que forjar armas y armaduras, levantar empalizadas y entrenar nuevos soldados. Cuando hubo rehecho su ejército, todo en lo que pudo pensar fue en atacar a los enanos para recuperar los territorios perdidos, y después marchar sobre Tangel para vengarse de la humillación sufrida a manos de Helfraugh. Por suerte para él, no hizo ni una cosa ni la otra.

Aconsejado por el famoso hechicero de la época, Furmsvruhr, Fenrir volteó su mirada hacia otro objetivo. Las vastas tierras de Larmarsh, Rawreth y Wormnar, -la actual provincia de Hambrow-, estaban situadas al sur de Landum, y ofrecían grandes riquezas y la posibilidad de expandir las fronteras. Dado que todas esas regiones se encontraban en una situación de incertidumbre constante, debido a que las formaban un gran número de pequeños reinos inestables que estaban guerreando todo el rato entre ellos, Fenrir no titubeó e inició una invasión a través del Bosque de la Bruma, para seguir conquistando los territorios bañados por el río Rhewl, y terminar la campaña siete años después tomando las tierras adyacentes al Bosque de los Susurros. El resultado de aquello fue el nacimiento del primer imperio Valn: El Imperio de Landum.

La reconquista y saqueo de Dun Morghdar

Nueve años después de recibir las tierras orientales de Landum, como resultado del tratado de paz, Dunron Sin Corona, convertido en Dunron Corona de Hierro, tuvo que regresar a sus tierras, en el corazón de las montañas de Morghdar, para sofocar una serie de rebeliones encabezadas por dos de sus primos. Puesto que Helfraugh tenía sus propios problemas en Tangel, debido a las constantes guerras contra los clanes salvajes de las montañas del Valle de los Cien Lagos, Fenrir vio aquella como una oportunidad única, irrepetible, no solo para recuperar aquello que le pertenecía por derecho, sino también para invadir el territorio de los enanos, ya que por todos era sabido que las montañas de Morghdar encerraban en sus entrañas las joyas más valiosas que existían.

Dunron, inmerso en la lucha contra sus primos, no pudo hacer nada para impedir que los Valn retomaran sus tierras, ni logró impedir que saquearan la ciudad enana de Dunskjär. Aunque después de aquello logró que sus parientes sublevados accedieran a firmar una tregua para expulsar al invasor, era demasiado tarde. Los ejércitos de Fenrir marchaban por territorio enano, directo hacia el corazón de las montañas, Dun Morghdar, una ciudad que, según las leyendas, poseía en su interior más oro que en todas las cortes de todos los reinos de Thaldorim.

Allí, a lo largo de la ladera de la montaña y en el interior de las gigantescas cámaras y los majestuosos salones enanos, tuvo lugar una de las batallas entre hombres y enanos más grandes y sangrientas de toda la historia de Erodhar. Algunos historiadores llegaron incluso a compararla con la batalla de Siruun´Mar, donde, esta vez, enanos y humanos hicieron causa común contra el yugo de Aqueronte.

La victoria de los Valn sobre los Puño de Hierro Negro significó un momento trascendental para el futuro del Imperio de Landum. Con los enanos fuera del mapa, el único peligro para la hegemonía de los Valn en la zona era Tangel, sin embargo, tras varias disputas con los clanes salvajes, y dos guerras contra los propios Valn, el reino nórdico acabó por sucumbir cien años después de la muerte de Helfraugh, quedando dividido en cuatro estados mucho más pequeños.

A partir de ese momento, los Valn dominarían la zona centro oriental de Thaldorim durante más de dos mil años.

El ascenso de los Valdreth

Entre todos los clanes Valn, hubo uno que sobresalió por encima del resto de manera constante. Señores de la ciudad de Talryar, situada en el extremo noroccidental del lago Valn, los Valdreth se convirtieron en los guardianes de las fronteras noroccidentales del imperio. Su lucha contra Tangel durante la segunda mitad del siglo II y la primera del siglo III de la S.E., y contra los clanes salvajes de las montañas del Valle de los Cien Lagos después, los propulsó, generación tras generación, hasta los cargos más altos del imperio. Aunque nunca, ningún miembro de la casa Valdreth llegó a ser emperador, siempre hubo algún Máximo Consejero, Alto General o Diplomático Principal procedente de dicha familia. Grandes riquezas y privilegios fue lo que recibieron como recompensa. Sin embargo, tal parecía que, conforme los siglos pasaban y el ascenso de los Valdreth aumentaba, el poderío del imperio disminuía, sobre todo cuando, al atacar y anexionar la actual región de Falk Rock, atrajeron la atención de los paladines del Martillo Celeste, quienes querían impedir a toda costa que una nueva Aqueronte se alzara en el mundo.

Caída del Imperio e inicio de la Época del Velo Negro

Debido a la La Purga del Saber de los Titanes, así como muchos otros largos periodos indocumentados, se desconoce exactamente cuándo se desbarató el Imperio de Landum, ni cómo se llegó a producir dicha caída. Lo único que se sabe con certeza es que los paladines del Martillo Celeste y su principal aliado, el Reino de Arnom, tuvo mucho que ver. Un antiguo tomo escrito por la novicia Viviane, Crónicas de un Mundo de Luz y Oscuridad, una serafín que vivió en algún momento durante los siglos cinco y seis del tercer milenio de la S.E., cuenta que hubo una gran guerra que duró varios siglos, y que al cabo de esa guerra acabó por sucumbir el Imperio de Landum, fraccionándose en una veintena de pequeños reinos diferentes, algunos liderados por descendientes de los Valn, otros caídos en manos de los clanes salvajes.

Los siglos posteriores a la caída del Imperio se conocen como La Época del Velo Negro, dado que no existen datos concretos sobre los sucesos que tuvieron lugar.

El surgir del Reino de Landum

Hacia el cuarto milenio de la Segunda Edad, el largo periodo oscuro conocido como La Época del Velo Negro terminó, y en las grandes bibliotecas volvieron a aparecer escritos que relataban la historia de los reyes y sus reinos. Fue en esa época cuando surgió por primera vez el Reino de Landum. Los escritos mencionan a un primer rey llamado Leofric I de la casa Valdreth, descendiente de los Valn, que reinó desde el año 3748 S.E hasta el 3773 S.E, aunque no se supo la verdadera historia de este personaje hasta que se descubrió el libro Vidas de Reyes y Príncipes Tiranos, escrito por la serafín Aridianne en el 3989 S.E.

Uno de los relatos del tomo cuenta cómo llegó este monarca al poder, tras más de una década de guerras sangrientas contra dos de sus hermanos y aquellos barones que los apoyaban. Al cabo de dichas guerras, que finalizaron con la muerte de ambos contrincantes al trono, Leofric salió vencedor y fue nombrado rey de Landum. Muchos de los barones que habían luchado contra él acabaron plantando rodilla para suplicar el perdón. Leofric no solo los perdonó, sino que, para mostrar el alcance de su benevolencia, les devolvió sus títulos y sus tierras. Además, para celebrar la paz y su recién estrenado reinado, organizó un gran festín en su castillo. Los barones acudieron, felices porque las cosas volvieran a ser como eran antes de la guerra. Agasajaron al rey con todo tipo de regalos, tal y como dictaba la tradición, y ocuparon sus asientos en el gran salón. Cuando la velada estaba en pleno desarrollo y la música sonaba de fondo, un grupo de soldados disfrazados como siervos del castillo, irrumpieron en la sala con sutileza, se colocaron detrás de cada barón, sacaron dagas de las mangas y les cortaron el cuello mientras el rey comía y sonreía. La historia de este hecho macabro se extendió hasta todos y cada uno de los confines del reino, enseñando a nobles y campesinos por igual a temer al nuevo monarca. Leofric logró de este modo afianzar su trono para siempre, pues no dudó en otorgar muertes horribles a aquellos que se atrevían alzarse en su contra, iniciando una dinastía de reyes que duraría más de mil años.

La Guerra de los Titanes

Cuatro años antes de la llegada de Valanor y su ejército, Landum se vio envuelto en una guerra civil, (la dúo décima, a lo largo de mil años de historia de la casa real de los Valdreth), que dejó el reino en una posición precaria y extremadamente débil. Aunque el ganador de la contienda, el rey Kynegils, dedicó sus primeros años de reinado para restaurar el poder perdido, no hubo nada que hacer cuando el Nigromante llegó y arrasó la que era por aquel entonces la capital: el castillo de Deira, situado en la Isla Corazón, del lago Valn.

Mientras Valanor proseguía su avance hacia los reinos del norte, conquistando todos aquellos territorios que encontraba a su paso, (arrasando sus bastiones y ciudades), Cenwalth, uno de los sobrinos del rey Kynegils, asesinado por Valanor en persona durante la toma de Deira, logró huir hacia al oeste, refugiándose durante dos años en el Valle de los Cien Lagos. A lo largo de su estancia allí entabló amistad con uno de los jefes de los clanes salvajes de las montañas, que en aquel entonces lo único que les quedaba de salvajes era el nombre, logrando convencerle unirse a la Gran Alianza Nórdica, que se había reunido para enfrentar al Nigromante. Si bien en un principio el jefe del clan se negó, cuando las tropas de Valanor sometieron el Reino de Arnom y buena parte del Principado de Dunhold, supo que tarde o temprano el Nigromante torcería su mirada hacia el valle, y entonces la muerte y la destrucción vendrían a por ellos. Así que reunió a los líderes de los demás clanes, y juntos marcharon a la guerra. Como era de esperar, el líder de La Gran Alianza Nórdica, el rey Valorian Nomenglaus, les dio la bienvenida y atribuyó el mérito de la llegada de refuerzos al joven Cenwalth. Tras la caída del Nigromante, Cenwalth Valdreth fue restituido en el trono de Landum, pero solo durante un breve periodo de tiempo, pues enseguida se celebró el concilio de Alto Avlen, con el juicio y condena de Valanor, durante el cual se creó el Reino Unido de Aldaeron. Cenwalth se convirtió entonces en el primer señor de la provincia de Landum, iniciando la construcción de su actual capital, Loend.



Actualidad:

Familia de LORD CEDRIC VALDRETH, señor de la provincia de Landum desde el año 1447 de la Tercera Edad.

Su amante, JAYLA, una campesina de Loend de treinta y dos años.

Su hijo, ADDAM, nacido bastardo, reconocido como hijo legítimo en 1453. Tiene dieciséis años.

Árbol Genealógico
(1174 - 1457)


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